El 2 de febrero inicié el viaje a Manila, donde se ha celebrado el Consejo de Superiores Mayores de la Orden: un encuentro del 5 al 9 de febrero, muy intenso. Quizá lo más importante es vivir el sentimiento de Orden, bien diversa, muy rica, con mucha vida y muchos desafíos, donde se respira con claridad el carisma escolapio y la presencia del Espíritu.
Fueron muchos los elementos vividos: la situación de cada Demarcación con sus fortalezas y retos, una propuesta de evaluación de la formación inicial con una extensa encuesta que nos pasarán, la pastoral vocacional, lo que hemos aprendido como Superiores Mayores, el acompañamiento de los adultos jóvenes, la especial situación en algunos países (Nicaragua, Bielorrusia, Ucrania, Mozambique), preparación de posibles Jornadas Escolapias Continentales, informes de equipos y secretariados, cultura de la santidad con el P. Ángel Ayala, la sostenibilidad integral de nuestro ministerio, la salvaguarda del menor y personas vulnerables… y la cercanía a la realidad escolapia en Asia Pacífico con su presentación, visita a las comunidades formativa de Manila y dos preciosas celebraciones con tres profesiones solemnes y, al día siguiente, la ordenación de cinco sacerdotes y tres diáconos.
Ya os iré haciendo llegar algunos aspectos de estos días tan ricos. Sin duda, lo más importante es comprobar la vida escolapia en su conjunto… y ciertamente tenemos que dar gracias a Dios por el regalo que nos ha hecho y la misión tan preciosa que nos ha encomendado.